miércoles, 6 de diciembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA

El Señor preparará un banquete y enjugará las lágrimas de todos los rostros.

Del libro de Isaías 25, 6-10a

En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos, y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; alegrémonos y gocemos con la salvación quenos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte”.

Palabra de Dios.


El Evangelio del Día


Jesús sana a muchos enfermos y multiplica los panes.

Mateo 15, 29-37

En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a Él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y Él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino”. Los discípulos le preguntaron: “¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?”. Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?”. Ellos contestaron: “Siete y unos cuantos pescados”.
Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.

Palabra del Señor.

EL SEÑOR PREPARA UN BANQUETE

Con la frase del salmo: “El Señor es mi pastor, nada me falta”, la  Palabra nos invita a la comunión y la alegría que genera el alimento compartido que proviene de la providencia divina en favor de los necesitados. Los destinatarios de la promesa y del favor de Dios, que tanto Isaías como Mateo presentan en sus textos, son personas desprovistas de lo necesario para vivir, que deben conformarse con lo poco. Pero se les anuncia un cambio de situación. Pues todos los afligidos por males y enfermedades van a ser sanados, liberados. Incluso de la misma alimentación se va a encargar el Señor, ofreciendo un suculento banquete, para lo cual convoca a los invitados al monte, es decir, a su casa, para que degusten gozosos del vino y la comida. Todo es de balde y en abundancia.
Con qué facilidad se nos cierra el camino a los hombres: ¿Dónde conseguiremos pan para toda esta multitud? Con mucha frecuencia se nos pierde de vista que Jesús es Dios.

Si él mandaba dar de comer es porque él mismo proveería la manera de hacerlo. En nuestro día de trabajo, de estudio, de actividad, debemos tener siempre presente que Dios nos acompaña, que nunca está lejos; que lo que para nosotros parece imposible, para Dios no lo es. Dios utiliza nuestros pocos y pobres recursos para satisfacer las necesidades humanas y espirituales de todos los que lo van siguiendo.

Pongamos a disposición del Maestro nuestros recursos humanos y espirituales y dejemos que lo imposible se haga realidad delante de nuestros propios ojos.

Shalom!


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