miércoles, 20 de diciembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA


He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo.

Del libro de Isaías 7, 10-14

En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.
Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿no satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.

Palabra de Dios.


El Evangelio del Día


Concebirás y darás a luz un hijo.

Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

MARÍA NOS HACE PRESENTE AL SALVADOR

Cuando la dureza del corazón se cierra a la voz de Dios, ninguna prueba, celeste o terrestre, puede colmar nuestras expectativas. No hay espacio para la novedad, menos para creer en el poder y en la bondad del Señor. Es más fácil creer en la ciencia, en la técnica, incluso en el poder de la fuerza, que en la intervención divina. Cuántas veces nos sentimos tentados a pensar que Dios es indiferente a las necesidades y problemas de nuestra vida, del mundo; que es sordo a nuestro clamor. Y Dios responde con cosas sencillas pero sorprendentes: la libertad y la vida.
Dios cuenta siempre con el consentimiento de quien es elegido para llevar adelante su proyecto de salvación. Y aquí juega un papel importante la libertad de conciencia. María tenía la posibilidad de decir no, pero su profunda intimidad con Dios, y en un acto de total libertad, fue capaz de descubrir en el saludo del ángel: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, la voz de Dios que le llamaba a una misión especial, dar cuerpo al Mesías, al Señor y Salvador, que venía a rescatar lo que estaba perdido por causa del pecado. Cada uno de nosotros, por la acción del Espíritu Santo, debemos estar atentos para interpretar los signos de la presencia de Dios en la vida y en la historia, y responder con libertad a su llamado.

¿Con qué frecuencia ponemos a prueba la paciencia y bondad de Dios? ¿Contamos con la libertad suficiente para decir sí a su llamada?

Oración: Transforma, Señor, nuestra vida en una experiencia de libertad, abandono y confianza en tu Palabra; ayúdanos a creer siempre en tu promesa de amor.


Amén.

Shalom!


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