PRIMERA
LECTURA
Elías
volverá.
Del
libro del Eclesiástico (Sirácida) 48, 1-4.9-11
En aquel tiempo
surgió Elías, un profeta de fuego; su palabra quemaba como una llama. Él hizo
caer sobre los israelitas el hambre y con celo los diezmó. En el nombre del
Señor cerró las com- puertas del cielo e hizo que descendiera tres veces fuego
de lo alto. ¡Qué glorioso eres, Elías, por tus prodigios! ¿Quién puede jactarse
de ser igual a ti? En un torbellino de llamas fuiste arrebatado al cielo, sobre
un carro tirado por caballos de fuego. Escrito está de ti que volverás, cargado
de amenazas, en el tiempo señalado, para aplacar la cólera antes de que
estalle, para hacer que el corazón delos padres se vuelva hacia los hijos y
congregar a las tribus de Israel.
Dichosos los que te
vieron y murieron gozando de tu amistad; pero más dichosos los que estén vivos
cuando vuelvas.
Palabra
de Dios.
El
Evangelio del Día
Elías
ha venido ya, pero no lo reconocieron.
Mateo
17, 10-13
En aquel tiempo,
los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero
tiene que venir Elías?”.
Él les respondió:
“Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les
aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron
con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer
a manos de ellos”.
Entonces
entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.
Palabra
del Señor.
UNA
MISIÓN QUE EXIGE DAR LA VIDA
Juan es el profeta identificado con Elías, que
estaba destinado a preceder inmediatamente al Mesías, con el fin de preparar al
pueblo de Israel para su venida. Elías, por su parte, fue el profeta que se
enfrentó a la idolatría y defendió con su vida la pureza de la fe a Dios, que
descubrió a Dios que le hablaba en la brisa suave, que fue arrebatado al cielo
en un carro de fuego por su fidelidad. Por todo eso ha sido designado por Dios
para volver a restaurar la fe del pueblo de Israel en su Dios y Señor. Eso es
lo que hace el Bautista al llamar a los israelitas a la conversión, al señalar
al Salvador del mundo, al auténtico restaurador del culto a Dios en espíritu y
en verdad.
Como Elías, que
descubrió que Dios le hablaba en la
brisa suave; como Juan, que se va al desierto para conocer mejor a Dios,
nosotros, sin portentos espectaculares, en la normalidad de la vida cristiana
ordinaria podemos prepararnos de modo profundo a la llegada del Señor. Esto lo
logramos a base de humildad, con consciencia de nuestra fragilidad y finitud,
sin pretender ser alabados, sino sólo darle gloria a Dios. No cerremos nuestro
corazón a la voz de Dios, que nos invita a acoger a su Hijo en la fe y la
esperanza de las personas que luchan por construir un mundo más humano,
solidario y fraterno, donde brille la paz y la justicia.
¿Escuchamos la voz
de Dios que nos llama a la conversión, al cambio de vida?
Oración: Padre
santo, haz que acojamos el testimonio de Juan, quien dio su vida para preparar
la llegada del Señor, sin olvidar que la humildad es la verdadera manifestación
de Dios.
Amén.
Shalom!
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