jueves, 21 de diciembre de 2017

El Evangelio del Dia

PRIMERA LECTURA

Aquí viene mi amado saltando por los montes.

Del Cantar de los Cantares 2, 8-14

Aquí viene mi amado saltando por los montes, retozando por las colinas. Mi amado es como una gacela, es como un venadito, que se detiene detrás de nuestra tapia, espía por las ventanas y mira a través del enrejado.
Mi amado me habla así: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Mira que el invierno ya pasó; han terminado las lluvias y se han ido.
Las flores brotan ya sobre la tierra; ha llegado la estación de los cantos; el arrullo de las tórtolas se escucha en el campo; ya apuntan los frutos en la higuera y las viñas en flor exhalan su fragancia.
Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.

Palabra de Dios.

 El Evangelio del Día


¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?

Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Palabra del Señor.

DIOS SE MANIFIESTA EN LOS HUMILDES

Mediante María, que creyó en la Palabra y acogió la promesa del Señor, Dios visita a su pueblo, representado en Isabel, que salta de gozo por la presencia del Altísimo hecho hombre en el vientre de la Virgen. Este gesto de júbilo y gozo es el término de la espera, el fin de la fatiga; es el cumplimiento de la historia de la salvación: el encuentro entre el amado, Dios, y su amada, la comunidad, el pueblo fiel y creyente.
Isabel está embarazada. Después de dos mil años de espera, la profecía se hace realidad. Pues María, la promesa, lleva dentro de sí al Eterno tan esperado. El encuentro es el abrazo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la promesa y el cumplimiento. Dos mujeres, que no cuentan mucho a la sociedad, más que como medio de procreación y prolongación de la vida, se encuentran; y este encuentro, más que una simple visita, es la enseñanza sobre la manera cómo Dios actúa en la historia humana y a través de qué tipo de personas actúa: de forma humilde y pacífica en los humildes y sencillos de la tierra. Es un encuentro de bendición y alabanza. Es un canto de dicha y bienaventuranza. Es el reconocimiento a la mujer que creyó en el cumplimiento de la Palabra del Señor. Es un mensaje de esperanza para todos los que hemos perdido la fe y el sentido de la vida.

¿Qué puesto ocupa María en mi persona? ¿La forma en que me relaciono con la Madre del Señor, me lleva hasta Él?

Oración: Señor, dame prontitud y generosidad para salir al encuentro de mis hermanos. Que en la sencillez de las actividades cotidianas tú estés siempre a mi lado.

Amén.

Shalom!


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