martes, 12 de diciembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA

Yo soy la madre del amor. Vengan a mí, los que me aman.

De la Carta de san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.
Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.



El Evangelio del Día


Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

Lucas 1, 39-48

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

Palabra del Señor.

MISIONEROS DEL AMOR COMO MARÍA

Apropiémonos,  de las bellas palabras de la primera lectura para describir la personalidad de la: “Madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza”. Ella, en quien “está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud”, nos enseña la ruta que debemos seguir para llegar a la santidad y nos acompaña, con amor maternal, en nuestro proceso de convertirnos en hijos de Dios por la obediencia a la voz del Espíritu.
Por eso Lucas presenta tres características especiales de María que debemos imitar si queremos llegar a gozar de la gracia de Dios: servidora, porque cumple el mandato de Jesús a sus discípulos de amarse los unos a los otros: mediadora de la gracia, porque su presencia suscita en Isabel lo mejor que lleva dentro, el don del Espíritu; Madre del Señor, al hacerse disponible para que esta gracia que le estaba reservada se realizará plenamente en su vida, por la humildad y la obediencia. Además, María como misionera presente en el inicio de la evangelización de nuestro continente marca la manera de ser discípulos. Seremos verdaderos seguidores de Cristo si, como María, nos convertimos en servidores de los hermanos, suscitamos en los demás el tesoro que cada uno lleva dentro y vivimos una estrecha relación con el Señor, escuchando y poniendo por obra su Palabra.
Oración: Mi alma te glorifica Señor y mi espíritu se llena de júbilo en ti mi Dios, mi salvador, porque te has fijado en la humildad de tus siervos, a quienes llamas a participar de tu gloria.

Amén.

Shalom!


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