PRIMERA
LECTURA
Yo
soy la madre del amor. Vengan a mí, los que me aman.
De
la Carta de san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Hermanos: Al llegar
la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido
bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos
hijos suyos.
Puesto que ya son
ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:
“¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo
hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra
de Dios.
El
Evangelio del Día
Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Lucas
1, 39-48
En aquellos días,
María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en
la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la
creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel
quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la
madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño
saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto
te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo
María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi
salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.
Palabra
del Señor.
MISIONEROS
DEL AMOR COMO MARÍA
Apropiémonos, de las bellas palabras de la primera lectura
para describir la personalidad de la: “Madre del amor, del temor, del
conocimiento y de la santa esperanza”. Ella, en quien “está toda la gracia del
camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud”, nos enseña la ruta
que debemos seguir para llegar a la santidad y nos acompaña, con amor maternal,
en nuestro proceso de convertirnos en hijos de Dios por la obediencia a la voz
del Espíritu.
Por eso Lucas
presenta tres características especiales de María que debemos imitar si
queremos llegar a gozar de la gracia de Dios: servidora, porque cumple el
mandato de Jesús a sus discípulos de amarse los unos a los otros: mediadora de
la gracia, porque su presencia suscita en Isabel lo mejor que lleva dentro, el
don del Espíritu; Madre del Señor, al hacerse disponible para que esta gracia
que le estaba reservada se realizará plenamente en su vida, por la humildad y
la obediencia. Además, María como misionera presente en el inicio de la
evangelización de nuestro continente marca la manera de ser discípulos. Seremos
verdaderos seguidores de Cristo si, como María, nos convertimos en servidores
de los hermanos, suscitamos en los demás el tesoro que cada uno lleva dentro y
vivimos una estrecha relación con el Señor, escuchando y poniendo por obra su
Palabra.
Oración:
Mi alma te glorifica Señor y mi espíritu se llena de júbilo en ti mi Dios, mi
salvador, porque te has fijado en la humildad de tus siervos, a quienes llamas
a participar de tu gloria.
Amén.
Shalom!
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