viernes, 29 de diciembre de 2017

EVANGELIO DEL DIA

PRIMERA LECTURA

El que ama a su hermano permanece en la luz.

De la Primera carta de san Juan 2, 3-11

Queridos hermanos: En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su Palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a Él. El que afirma que permanece en Cristo debe vivir como Él vivió.
Hermanos míos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que ustedes tenían desde el principio. Este mandamiento antiguo es la Palabra que han escuchado y, sin embargo, es un mandamiento nuevo éste que les escribo; nuevo en él y en ustedes, porque las tinieblas pasan y la luz verdadera alumbra ya.
Quien afirma que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien odia a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han segado sus ojos.

Palabra de Dios.

 EVANGELIO DEL DIA

Cristo es la luz que alumbra a las naciones.

Lucas 2, 22-35

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: “Todo primogénito varón será consagrado al Señor”, y también para ofrecer, como dice la ley, “un par de tórtolas o dos pichones”.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.

Palabra del Señor.

LA LUZ DA SENTIDO A LA EXISTENCIA

El acontecimiento de la Navidad es la fiesta de la luz. Una luz que ilumina nuestros hogares, que colorea nuestras calles y nos anima a contagiar a todo el mundo de alegría y buenos deseos. Es la fiesta de la luz que debe alumbrar nuestra esperanza y llenar de sentido nuestra vida como participantes de la vida de Dios. Porque Dios es la Luz. Y Juan nos enseña el camino: el que ama a su hermano permanece en la luz, mientras que el que odia a su hermano está en tinieblas y anda a oscuras, sin saber dónde va, porque las tinieblas a cerrado su corazón. Debemos, pues, ser portadores de la luz de Cristo que ilumine y guíe al mundo hacia una sociedad de paz, fraternidad y amor.
En el marco de la presentación del Niño en el templo, Lucas presenta a Jesús como la luz que alumbra a todas las naciones. Con el Salvador ha llegado la luz al mundo y todo cobra sentido, pues se produce la regeneración del género humano. Dios vuelve a recrear al hombre liberándolo del pecado y la muerte y devolviéndole su dignidad de hijo. Así, como profetiza Simeón, la vida puede vivirse desde la paz y el sosiego espiritual. La salvación se ha hecho presente y debemos ser testigos de esa nueva creación, de ese Reino de Dios que se ha instaurado en Jesús. Cobra así sentido el cántico de la Navidad: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, a los hijos de la luz, a los que aman a su prójimo y son bendición para sus hermanos.

¿Soy consciente de que la fe es un don de Dios, y me esmero en pedirla y en cultivarla? ¿Con qué actos concretos estoy alimentando mi fe actualmente?

Oración: Señor Jesús, concédeme la gracia de saber acoger, conocer y meditar tu Palabra, haciendo de ella la luz de mi vida, con la ayuda del Espíritu Santo.

Amén.


Shalom!

jueves, 28 de diciembre de 2017

EVANGELIO DEL DIA

PRIMERA LECTURA

La sangre de Cristo nos purifica de todo pecado.

De la Primera carta de san Juan 1, 5–2, 2 

Queridos hermanos: Éste es el mensaje que hemos escuchado de labios de Jesucristo y que ahora les anunciamos: Dios es luz y en Él no hay nada de oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la verdad. Pero, si vivimos en la luz, como Él vive en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
Si decimos que no tenemos ningún pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si, por el contrario, confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, hacemos pasar a Dios pormentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su Palabra.
Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque Él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.

Palabra de Dios.


EVANGELIO DEL DÍA

Herodes mandó matar a todos los niños menores de dos años en la comarca de Belén.

Mateo 2, 13-18 

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: “En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos”.


Palabra del Señor.

EL SACRIFICIO DE LOS INOCENTES

Para nosotros cristianos, hoy, el llanto de los niños hebreos refleja el llanto de hombres y mujeres que han padecido por las disposiciones legales de gobernantes y sistemas de gobiernos que no tienen reparo en eliminar a todo aquel que amenace con quitarles su poder, incluso con la complicidad de la misma sociedad. Pues también en este tiempo tenemos nuestros “santos inocentes” que pierden su vida cada día a manos de “Herodes” tal vez más crueles y despiadados que aquel que envió a matar aquellos niños de Belén... El Herodes del aborto, que roba la vida a miles de bebés cada año, el Herodes de las drogas, de la pornografía, de la violencia, el Herodes de los hogares destruidos y las familias separadas, el Herodes de la falta de fe, de la desconfianza, de la deshonestidad, de la desesperanza y del desamor... Por todos ellos levantemos a Dios nuestras manos y nuestra oración de súplica y perdón.

¿Qué estoy haciendo y qué más puedo hacer para que Cristo sea acogido, proclamado, creído y amado?

OraciónSeñor Jesús, en los niños descubrimos el rostro de la inocencia y el amor de Dios para la humanidad; haz que nunca se apague de sus ojos la alegría de vivir.
Amén.

Shalom!

miércoles, 27 de diciembre de 2017

EVANGELIO DEL DÍA

PRIMERA LECTURA
Les anunciamos lo que hemos visto y oído.
De la Primera carta de san Juan 1, 1-4 


Queridos hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a Aquel que es la Palabra de la vida.

Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con el Padre y se nos ha manifestado a nosotros.
Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y su Hijo, Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea completa.

Palabra de Dios.


EVANGELIO DEL DÍA
El otro discípulo corrió más a prisa que Pedro y llegó primero al sepulcro.
 Juan 20, 2-9 

El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más a prisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.


TESTIGOS FIELES Y CREÍBLES
El plan salvífico de Dios requiere de testigos creíbles, personas que atestigüen con su vida que el “Verbo”, Aquel que es la Palabra de vida, que existía desde el principio, se ha encarnado y lo hemos percibido a través de nuestros sentidos. Dios ya no es algo, es “alguien”, un ser vivo, dinámico, que se encarnó en el vientre de una mujer, María, nació niño igual que nosotros, creció y se desarrolló hasta hacerse hombre; que entregó su vida, en un gesto total de amor y perdón, por nuestra salvación y liberación de la muerte. Esto es el fundamento de nuestra fe, que debemos comunicar a los demás, para que se alegren, y su alegría sea completa.

¿Y quiénes son esos testigos creíbles? Los cristianos, a quienes se nos pide que creamos que Jesús se encarnó, “vivió” entre nosotros, padeció, murió y resucitó, sin que hayamos tenido la oportunidad que tuvo Juan, el discípulo amado, de entrar al sepulcro vacío, ver y creer. Si nosotros aceptamos esas verdades de fe y las hacemos formar parte de nuestra vida, estamos siendo testigos creíbles del Resucitado, que sigue viviendo y actuando entre nosotros cada vez que consolamos a los tristes, saciamos el hambre y la sed de los necesitados, acompañamos con nuestra presencia y oración a los solitarios, enfermos, abandonados, llevamos un mensaje de paz y esperanza al mundo carente de amor.


¿Cómo podemos ser “testigos” de la encarnación y resurrección de Jesús en este mundo que estamos viviendo que requiere “pruebas” de todo?

Oración: Señor Jesús, cuando las dudas y vacilaciones de la vida nos apremien, ilumina nuestra mente para creer con el corazón que tú estás vivo y presente en el mundo.


Amén.

martes, 26 de diciembre de 2017

EL EVANGELIO DEL DÍA

PRIMERA LECTURA

Estoy viendo los cielos abiertos.

De los Hechos de los Apóstoles 6, 8-10; 7, 54-59 

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales entre la gente. Algunos judíos de la sinagoga llamada “de los Libertos”, procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba. Al oír estas cosas, los miembros del Sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él.
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”.Entonces los miembros del Sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: “Señor, Jesús, recibe mi espíritu”. Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Diciendo esto, se durmió en el Señor.


Palabra de Dios.

EL EVANGELIO DEL DÍA

No serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre.

Mateo 10, 17-22 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante los gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre, a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará”.


Palabra del Señor.

EL CIELO DE DIOS SE ABRE A TODOS

En la primera lectura Esteban dice que está viendo los “cielos abiertos”. Esta realidad de “cielos” nos cuestiona una y otra vez y es necesario aclarar su significado.  El cielo es pues la figura de la vida en Dios”. Para completar, aclara: “En el marco de la revelación sabemos que el ‘cielo’ o la ‘bienaventuranza’ en la que nos encontraremos no es una abstracción ni tampoco un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Es el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo”.
En la Biblia el “cielo cerrado” significa que el Señor ha roto la relación con los hombres a causa del pecado (muerte), por la dureza del corazón (infidelidad) o por el culto ofrecido a otros dioses (idolatría). Pero gracias al misterio revelado en Jesucristo los cielos están abiertos a todo el que le confiese como Señor. Como Esteban, todos somos llamados a dar testimonio claro e irrefutable del misterio de la redención que ha sido revelado en el Hijo eterno del Padre que se ha encarnado por nuestra salvación.


Cuando profesamos nuestra fe en Jesucristo, ¿anunciamos el misterio de la salvación y el acceso al Padre que nos ha abierto su Hijo?

Oración: Tú, Señor, que ofreces la vida eterna a los que te sirven con fidelidad; ayúdame, con la asistencia de tu Espíritu, a ser valiente defensor de la verdad.

Amén.

lunes, 25 de diciembre de 2017

El evangelio del Dia

PRIMERA LECTURA

Un hijo nos ha nacido.

Del libro de Isaías 9, 1-3.5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció.
Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría. Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín. Porque tú quebrantaste su pesado yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano, como en el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será: “Consejero admirable”, “Dios poderoso”, “Padre sempiterno”, “Príncipe de la paz”; para extender el principado con una paz sin límites sobre el trono de David y sobre su reino; para establecerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. El celo del Señor lo realizará.

Palabra de Dios.

 

SEGUNDA LECTURA

La gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres.

De la Carta de san Pablo a Tito 2, 11-14
Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO DEL DIA

Hoy nos ha nacido el Salvador.

Lucas 2, 1-14
Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.
Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turnos sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”.
De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”.

Palabra del Señor.

¡NACIÓ JESÚS! NACIÓ LA PAZ, NACIÓ EL AMOR 

¡Qué alegría! La Iglesia celebra hoy el nacimiento del Niño Dios, fiesta que llena de ternura y alegría desbordantes, que lleva a superar la mentalidad superficial y consumista que impide gozar de este acontecimiento sobrenatural. El auténtico cristiano celebra esta solemnidad con madurez, gozo, sentido de familia, de Iglesia, con profundo encanto espiritual y de renovación interior. La celebración solemne entre cantos de paz, el grito de gloria, el repicar de las campanas, el intercambio de regalos, la solidaridad con los pobres, son signos de que algo nuevo ha sucedido: hoy ha nacido el Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Las Lecturas de este día resalta la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, que el más grande gesto de gratuidad se hace carne en su Hijo. Es el gesto de un Dios que se hace pequeño e indefenso, para ser acogido en nuestras manos. Su nacimiento revela un carácter pasional; manifiesta su pasión por el hombre, su amor extremo por él, que lo impulsa a compartir su condición humana. Es la vulnerabilidad del amor, que se somete incluso al rechazo, porque respeta la libertad del hombre. Pero a los que lo acogen de todo corazón, da “el poder de hacerse hijos de Dios” (Jn 1, 12).
Es la gran noticia para la humanidad, para el hombre, para nosotros: ¡La salvación ha llegado! Todo es nuevo. Se rompen por fin las cadenas de la opresión y la alegría derrota la tristeza, porque nuestra condición humana ha sido tocada y bendecida por la gracia divina. Ahora es posible la esperanza, porque Dios está de nuestro lado, por eso puedo cantar: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”.

En este mundo de relativismos ¿soy capaz de asumir que Jesús es la revelación suprema y absoluta de Dios y del ser humano?

Oración: Padre bueno, te pido que el Niño Jesús nazca en mi corazón para que pueda regalar a otros el amor y la misericordia que tú me das cada día.

Amén.

domingo, 24 de diciembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA


El reino de David permanecerá para siempre en presencia del Señor.

Del Segundo libro de Samuel 7, 1-5.8b-12.14a.16

Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?”. Natán le respondió: “Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo”.
Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.
Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.
Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’”.

Palabra de Dios.

El Evangelio del Día


Concebirás y darás a luz un hijo.

Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes laque llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

DIOS REALIZA SU PLAN DE SALVACIÓN

La lectura de hoy fortalece nuestra fe en el cumplimiento de la Palabra de Dios, en su proyecto salvífico y en su mensaje de vida y esperanza.

Según Samuel, David ha alcanzado todas sus hazañas con la ayuda de Yahvé, y en gratitud quiere darle al Señor un sitio digno en medio del pueblo. Pero Dios tiene otros planes. Pues Él, que lo ha creado todo y es Señor de todo, no quiere estar “encerrado” en una “casa” construida por intereses político-religiosos. Dios quiere y desea algo más digno: el corazón humano. Y, dice Pablo, es precisamente en el corazón humano –en el corazón de María– donde se “encarna” y se “revela” el misterio escondido de Dios. ¿Qué misterio? El de la salvación del hombre. Salvación que se da a conocer en el “Evangelio”, que es Jesucristo. Un Evangelio que comienza desde que es “hijo de David”, es decir, desde la encarnación y nacimiento (Jesús) hasta su culminación en la cruz y la resurrección (Cristo). Es el Evangelio acogido por María, la mujer profética que lleva a la plenitud el misterio de Dios. La mujer de Nazaret “elegida” por Dios para que, en nombre de toda la humanidad, entregue todo su ser, toda su feminidad, toda su maternidad al Emmanuel, al Dios-con-no- sotros, al Dios humano.
Dios no ha elegido lo grande de este mundo, sino lo pequeño para estar con nosotros. Es en el “seno” de María de Nazaret, una mujer de pueblo, de los sin nombre, de los sin historia, donde Dios lleva la iniciativa de construirse una “morada” y una dinastía. Es el corazón humilde y sencillo que acoge la Palabra y da respuesta al plan de salvación. Es el corazón donde Dios se siente como en su casa, porque esta mujer le ha entregado no sólo su fama y su honra, no sólo su seno materno, sino toda su vida y su futuro.

¿Nuestro corazón se llena de fiesta y esperanza para acoger al Hijo de Dios?

Oración: Señor, haz que la llegada del Mesías, encarnado en el seno de María Vir- gen, disponga nuestro corazón para acoger con fe el misterio de salvación.

Amén.

Shalom!


sábado, 23 de diciembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA

Les enviaré al profeta Elías, antes de que llegue el día del Señor.

Del libro de Malaquías 3, 1-4.23-24

Esto dice el Señor: “He aquí que yo envío a mi mensajero. Él preparará el camino delante de mí. De improviso entrará en el santuario del Señor, a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien ustedes desean. Miren: Ya va entrando, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será como fuego de fundición, como la lejía de los lavanderos. Se sentará como un fundidor que refina la plata; como a la plata y al oro, refinará a los hijos de Leví y así podrán ellos ofrecer, como es debido, las ofrendas al Señor. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.
He aquí que yo les enviaré al profeta Elías, antes de que llegue el día del Señor, día grande y terrible. Él reconciliará a los padres con los hijos y a los hijos con los padres, para que no tenga yo que venir a destruir la tierra”.

Palabra de Dios.

El Evangelio del Día


Nacimiento de Juan el Bautista.

Lucas 1, 57-66

Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos le decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?”. Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.

ASOMBRO Y RECONOCIMIENTO DEL MISTERIO

En la cultura de Oriente el “nombre” indica la persona, su valor único e irrepetible. Sobre todo, el nombre designa la misión a la que está llamada la persona por parte de Dios. Y en la medida que la persona toma consciencia de su misión es capaz de cumplir la voluntad del Señor. Éste es el caso de Juan el Bautista, cuyo nombre significa “don, gracia y amor de Dios”. Juan es el mensajero, enviado por Dios a preparar el camino del Mesías esperado desde antiguo que, como dice Malaquías, viene a reconciliar al Padre con los hijos, relación que se había roto por causa del pecado.
La alegría de los padres, la resistencia de los familiares, la extrañeza de los presentes y el temor de los vecinos, que ven la mano del Poderoso en este nacimiento, son elementos que van configurando la vida del Precursor. Pero lo importante a tener en cuenta de este gran acontecimiento es el cumplimiento de las promesas del Dios fiel y misericordioso. Pues el clamor de los desamparados ha llegado a los oídos del Señor y su respuesta no se hace esperar. De los mismos desamparados, débiles e infecundos para la sociedad, Dios prepara el camino de la salvación. Y así como lo hizo con Juan, el Señor sigue dando el nombre a cada uno de nosotros para que preparemos cada día la venida del Salvador.

¿Qué experimento al celebrar con gozo los logros de las demás personas? ¿Reconozco en los triunfos de los demás la mano de Dios?

Oración: Señor Dios, tú me llamas a colaborar en tu obra de salvación, quiero responder con prontitud, con alegría y apertura a tu invitación.

Amén.

Shalom!


viernes, 22 de diciembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA


Ana dio gracias por el nacimiento de Samuel.

Del Primer libro de Samuel 1, 24-28

En aquellos días, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino.
Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo: “Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Éste es el niño que yo le pedía al Señor y que Él me ha concedido. Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida”. Y adoraron al Señor.

Palabra de Dios.

 El Evangelio del Día


Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.

 Lucas 1, 46-56

En aquel tiempo, dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que le temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abrahán y a su descendencia, para siempre”. María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra del Señor.

EL SEÑOR HACE MUCHO POR NOSOTROS

Las lecturas de hoy nos presentan a dos mujeres, Ana y María, con rasgos comunes y también diferentes. Ana, con insistencia, pidió a Dios que la librara de su esterilidad y le concediera un hijo. Él atendió su súplica y nació Samuel. Lo de María fue diferente. El Señor se adelantó, y sin que ella lo pidiera, hizo nacer de su seno a Jesús, el Hijo del Altísimo. Ana cumplió la promesa que había hecho a Dios y se lo cedió a su Dios para siempre, “mientras viva”. María, desde que el Señor se le hizo presente para anunciarle el nacimiento de su Hijo, se rindió a la voluntad de Dios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
María canta la gracia y la misericordia del Señor al sentirse “elegida” para dar a luz el Evangelio y presentar la Buena Noticia al mundo. Ella acepta con alegría desgastar su vida en convencer al ser humano de la bondad de Dios, para que no le temieran sino que le amaran como a un bondadoso Padre. Con gran júbilo invita a todos a mirar el futuro con la gran esperanza de la llegada de un “tiempo” donde sólo Dios, el Amor, va a reinar y donde todos los hombres y mujeres vivirán como hijos de Dios y hermanos de todos sus semejantes, sin envidia, violencia, rencor, indiferencia... Imitemos, pues, a María cantando alegres y agradecidos por todas las maravillas que Dios ha hecho en nosotros.

¿Edifico mi alegría a partir de lo que los demás piensan y dicen de mí? ¿Valoro mi existencia desde lo que Dios hace cada día por mí?

Oración: Señor, unido a la Iglesia quiero entonar el Magnificat, cántico del pueblo de Dios que camina en la historia, cántico que une el cielo y la tierra, cántico de los pobres.

Amén.

Shalom!


jueves, 21 de diciembre de 2017

El Evangelio del Dia

PRIMERA LECTURA

Aquí viene mi amado saltando por los montes.

Del Cantar de los Cantares 2, 8-14

Aquí viene mi amado saltando por los montes, retozando por las colinas. Mi amado es como una gacela, es como un venadito, que se detiene detrás de nuestra tapia, espía por las ventanas y mira a través del enrejado.
Mi amado me habla así: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Mira que el invierno ya pasó; han terminado las lluvias y se han ido.
Las flores brotan ya sobre la tierra; ha llegado la estación de los cantos; el arrullo de las tórtolas se escucha en el campo; ya apuntan los frutos en la higuera y las viñas en flor exhalan su fragancia.
Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.

Palabra de Dios.

 El Evangelio del Día


¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?

Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Palabra del Señor.

DIOS SE MANIFIESTA EN LOS HUMILDES

Mediante María, que creyó en la Palabra y acogió la promesa del Señor, Dios visita a su pueblo, representado en Isabel, que salta de gozo por la presencia del Altísimo hecho hombre en el vientre de la Virgen. Este gesto de júbilo y gozo es el término de la espera, el fin de la fatiga; es el cumplimiento de la historia de la salvación: el encuentro entre el amado, Dios, y su amada, la comunidad, el pueblo fiel y creyente.
Isabel está embarazada. Después de dos mil años de espera, la profecía se hace realidad. Pues María, la promesa, lleva dentro de sí al Eterno tan esperado. El encuentro es el abrazo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la promesa y el cumplimiento. Dos mujeres, que no cuentan mucho a la sociedad, más que como medio de procreación y prolongación de la vida, se encuentran; y este encuentro, más que una simple visita, es la enseñanza sobre la manera cómo Dios actúa en la historia humana y a través de qué tipo de personas actúa: de forma humilde y pacífica en los humildes y sencillos de la tierra. Es un encuentro de bendición y alabanza. Es un canto de dicha y bienaventuranza. Es el reconocimiento a la mujer que creyó en el cumplimiento de la Palabra del Señor. Es un mensaje de esperanza para todos los que hemos perdido la fe y el sentido de la vida.

¿Qué puesto ocupa María en mi persona? ¿La forma en que me relaciono con la Madre del Señor, me lleva hasta Él?

Oración: Señor, dame prontitud y generosidad para salir al encuentro de mis hermanos. Que en la sencillez de las actividades cotidianas tú estés siempre a mi lado.

Amén.

Shalom!