miércoles, 13 de marzo de 2019

Jueves 14 de Marzo: Evangelio del Día


Jueves 14 de Marzo del 2019

“ Buscad y encontraréis ”



Primera lectura

Lectura del libro de Ester 14,1.3-5.12-14:

En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»

Palabra de Dios


Salmo

Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8

R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,7-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy

Queridos amigos.

Rezamos hoy en la primera oración : “Que vivamos siempre según tu voluntad los que sin ti no podemos ni siquiera existir”.

La reina Ester hace esta confesión “Yo he escuchado en los libros de mis antepasados que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad”. Esta es la fe del Pueblo de Dios de la Antigua Alianza trasmitida de generación en generación. Y Jesús dice hoy a sus discípulos: “pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá”. Un padre cuando un hijo le pide algo siempre lo escucha y Dios “mucho más” a los que le pidan cosas buenas.

Seguramente también nosotros hemos experimentado en nuestra vida el poder de la oración hecha con confianza, y hemos contemplado las maravillas de Dios. Y podremos exclamar con la reina Ester: “Bendito seas Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob…”, es decir reconocer hoy también que somos grandemente bendecidos, e incluso afirmar que toda nuestra vida es una “bendición”, y repetir con el Salmista: “Te doy gracias, Señor, de todo corazón porque escuchaste las palabras de mi boca”.

La oración para el cristiano es como el aire que respiramos: sin aire nos morimos, sin la oración estamos vacíos y somos como el cardo en la estepa. Pero atención: antes  de saber cómo hay que orar, importa mucho más saber cómo “no cansarse nunca”, no desanimarse nunca, ni deponer las armas ante el silencio aparente de Dios. Así lo dice Jesús: “todo lo que pidáis con fe lo obtendréis”.

“Un joven discípulo se acerca a su maestro y le pregunta: -Maestro, yo quiero encontrar a Dios”. El Maestro le contesta: - Vuelve mañana. Cada día el muchacho hacía la misma petición: -”Maestro, yo quiero encontrar a Dios”.

Entonces el Maestro le invitó a ir con él al río. Entraron en el agua. Hacía mucho calor. -“Mete tu cabeza en el agua”, le ordenó el Maestro. El obedeció y cuando estaba sumergido el Maestro le agarró fuertemente y le mantuvo sumergido. Comenzó el joven a agitarse y forcejear desesperado.

-“¿Qué te pasaba cuando estabas debajo del agua? ¿Qué es lo que más necesitabas? -Aire, contestó él. -Querido amigo, cuando desees a Dios de la misma manera, lo encontrarás.

Siguió diciendo el Maestro: -Si no tienes una sed ardiente de Dios, como lo único importante en la vida, de nada te servirán tus libros ni mis enseñanzas”.

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