Domingo
10 de Marzo del 219
“
Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto ”
Introducción
La Cuaresma es un
tiempo oportuno para ejercitarnos en el descentramiento, para dejar de ser
nosotros el centro de todo y poner a Dios y al prójimo en el centro de nuestra
vida. El episodio de las tenciones de Jesús en el desierto nos muestra cómo el
Señor se negó a centrarse en su propia hambre; ni siquiera puso el centro en
las necesidades de su misión de Mesías, para poner toda su atención en el
Padre. Jesús prefirió poner a Dios en el centro de sus preocupaciones. Nosotros
somos tentados con frecuencia de exigir a Dios una intervención milagrosa a
nuestro favor, como si nosotros fuéramos el centro de todo. El tiempo
cuaresmal, con todos los recursos que nos ofrece, nos ayuda a recuperar la
primacía de Dios. Si Dios ocupa el centro de nuestra vida, todas las demás
cosas estarán en su justo lugar. Cuando Dios deja de ser el centro de nuestras
preocupaciones caemos irremediablemente en brazos de los ídolos de este mundo:
el tener, el poder y el placer. Ciertamente, no hemos sido creados para sufrir,
pero tampoco para vivir fácilmente, sino para vivir intensamente cada momento,
gozoso o doloroso. La Cuaresma es un tiempo de combate gozoso, que ‒si salimos
victoriosos‒ nos permitirá despojarnos de todo lo que nos impide ser plenamente
libres, y compartir lo que somos y tenemos con los demás para posibilitar así
el nacimiento de un mundo más justo y en paz.
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio 26, 4–10
Dijo Moisés al
pueblo:
–El sacerdote
tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del
Señor, tu Dios.
Entonces tú dirás
ante el Señor, tu Dios:
«Mi padre fue un
arameo errante,
que bajó a Egipto,
y se estableció allí, con unas pocas personas.
Pero luego creció,
hasta convertirse
en una raza grande,
potente y numerosa.
Los Egipcios nos
maltrataron y nos oprimieron,
y nos impusieron
una dura esclavitud.
Entonces clamamos
al Señor, Dios de nuestros padres;
y el Señor escuchó
nuestra voz,
miró nuestra
opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.
El Señor nos sacó
de Egipto con mano fuerte y brazo extendido,
en medio de gran
terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en
este lugar, y nos dio esta tierra,
una tierra que mana
leche y miel.
Por eso ahora
traigo aquí las primicias de los frutos del suelo,
que tú, Señor, me
has dado.»
Lo pondrás ante el
Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15
R. Acompáñame, Señor, en la tribulación.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en
ti.» R.
No se te acercará
la desgracia,
ni la plaga llegará
hasta tu tienda,
porque a sus
ángeles ha dado órdenes
para que te guarden
en tus caminos. R.
Te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no
tropiece en la piedra;
caminarás sobre
áspides y víboras,
pisotearás leones y
dragones. R.
Se puso junto a mí:
lo libraré;
lo protegeré porque
conoce mi nombre,
me invocará y lo
escucharé.
Con él estaré en la
tribulación,
lo defenderé, lo
glorificaré. R.
Segunda lectura
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a
los Romanos 10, 8-13
Hermanos:
La Escritura dice:
«La palabra está
cerca de ti:
la tienes en los
labios y en el corazón.»
Se refiere al
mensaje de la fe que os anunciamos.
Porque si tus
labios profesan que Jesús es el Señor
y tu corazón cree
que Dios lo resucitó,
te salvarás.
Por la fe del
corazón llegamos a la justicia,
y por la profesión
de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura:
«Nadie que cree en
él quedará defraudado.»
Porque no hay
distinción entre Judío y Griego;
ya que uno mismo es
el Señor de todos,
generoso con todos
los que lo invocan.
Pues «todo el que
invoca el nombre del Señor se salvará.»
Palabra de Dios
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
4, 1-13
En aquel tiempo,
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el
Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo
estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo
le dijo:
–Si eres Hijo de
Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó:
–Está escrito: «No
sólo de pan vive el hombre.»
Después, llevándole
a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le
dijo:
–Te daré el poder y
la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero.
Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
–Está escrito: «Al
Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto.»
Entonces lo llevó a
Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
–Si eres Hijo de
Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que
cuiden de ti», y también: «te sostendrán en sus manos, para que tu pie no
tropiece con las piedras.»
Jesús le contestó:
–Está mandado: «No
tentarás al Señor tu Dios.»
Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor
Reflexión
La fidelidad a Dios nos otorga la liberación
de la Pascua
La Cuaresma es uno
de los tiempos litúrgicos más determinantes de la vida cristiana porque nos
prepara para celebrar la Pascua: es decir, la muerte y la resurrección del
Señor. Alguna vez hemos oído que se llama “cuaresma” porque recuerda el número
cuarenta, bien los cuarenta años del pueblo en el desierto antes de entrar en
la tierra prometida y gustar definitivamente la liberación de Egipto; o bien
los cuarenta días en que Jesús se nos presenta en el desierto preparándose,
como el pueblo, para su gran misión.
Lectura. Romanos (10,8-13): Toda la
humanidad, en Cristo
La segunda lectura
es muy expresiva, es confesión de fe también, pero va mucho más allá de lo que
Dios puede hacer por nosotros. Lo que hizo con Israel es solamente una pequeña
manifestación de lo que ha proyectado sobre todos los hombres. Y eso que piensa
hacer con nosotros, lo ha hecho con Jesucristo, su Hijo, a quien ha resucitado,
lo ha liberado de la muerte. Es eso lo que nos espera a todos de parte del Dios
de Israel y del Dios de Jesucristo. Todos, judíos y paganos, deben encontrarse
en ese Dios resucitador, porque hemos sido llamados a la vida verdadera. Ese es
el sentido de la Pascua cristiana que marca todo el horizonte de este tiempo
cuaresmal.
Evangelio: Lucas (4,1-13): En las manos de
Dios
La lectura del evangelio de Lucas nos expone el
relato de las tentaciones, una de las narraciones más expresivas, aunque bien
es verdad que no exenta de dificultades. Podemos resumir así el significado del
evangelio: Jesús afronta tres tentaciones. Esto viene de la tradición. No es
que el número tres sea determinante y no se explica solamente recurriendo al
pueblo en el desierto, aunque es posible que esa es la inspiración de este
relato. Pero en definitiva son el simbolismo de toda la lucha entre el bien y
el mal, entre la elección de uno mismo y la opción por Dios. Todas las
tentaciones tienen como objetivo, en definitiva, romper la "comunión"
con Dios. Para Lucas, Jesús es el nuevo Adán, como se expresa por su genealogía
(Lc 3,1ss), por eso no tiene otro proyecto de vida que el vivir la comunión con
Dios, que el primer Adán había perdido.
Si Lucas ha querido
presentar la filiación divina de Jesús en la dimensión del nuevo Adán (como en
la genealogía), su relato de las tentaciones debe leerse en esa clave. De ahí
que su cristología, con sus intereses parenéticos, no es descriptiva, sino que
busca llevar a la comunidad las posibilidades de vivir una experiencia como la
de Jesús. La Iglesia que escucha este relato, la comunidad, vive también bajo
el Espíritu, como Jesús, y es conducida por El. Por eso, bajo esa experiencia,
los poderes del mal también quieren envolverla en una carrera ciega hacia una
desobediencia radical a Dios. En definitiva: Lucas quiere que aprendamos a ser
personas libres, como Jesús, en nuestra fidelidad a Dios. Porque Dios es para
el hombre, como para Jesús, el que garantiza nuestra libertad y nuestra
realización.
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