sábado, 16 de marzo de 2019

Domingo 17 de Marzo: Evangelio del Día

Domingo 17 de Marzo del 2019

“ Una mirada contemplativa ”



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18

En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo:
–Mira al cielo, cuenta las estrellas si puedes.
Y añadió:
–Así será tu descendencia.
Abrán creyó al Señor y se le contó en su haber.
El Señor le dijo:
–Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.
El replicó:
–Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?
Respondió el Señor:
–Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no escuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba.
Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:
–A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14

R. El Señor es mi luz y mi salvación.


El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

Escúchame, Señor, que te llamo,
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro.» R.

Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro;
no rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.


Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 3, 17-4, 1

Hermanos:
Seguid mi ejemplo y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en mí.
Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo:
su paradero es la perdición;
su Dios, el vientre;
su gloria, sus vergüenzas.
Sólo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros por el contrario somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
El transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona manteneos así, en el Señor, queridos.

Palabra de Dios


Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9, 28b-36

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
–Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
–Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle.
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy

Revitalizar nuestra fe

      Si el domingo pasado se nos recordaba nuestra identidad cristiana como parte fundamental de nuestro ser, las lecturas de este domingo nos invitan a tomar conciencia de que esa identidad no la poseemos todavía. Aunque la hayamos recibido como herencia, la tenemos que hacer nuestra. La fe nos viene dada por haber nacido en una familia cristiana, la fe pertenece a nuestra herencia cultural, pero es nuestra responsabilidad convertir esa herencia en una realidad viva. Del mismo modo que nuestros mayores la vivieron y a través de ellos, de su testimonio vital, la hemos recibido, igualmente sólo seremos capaces de entregársela a la próxima generación en la medida en que la fe forme parte de nuestra vida cotidiana.

      El Evangelio de hoy nos relata la historia de la transfiguración. El hecho de que Jesús se transfigurara ante los apóstoles pone de manifiesto que aquellos no poseían todavía la fe plena.No eran capaces de verle tal cual era. No eran capaces de verle todavía con los ojos de la fe. Lo veían apenas como un hombre. Un hombre grande, ciertamente. Pero apenas un hombre. Jesús se transfigura delante de ellos para que se den cuenta de quien es. A los apóstoles les queda todavía un largo camino de maduración en la fe, de ir creciendo al lado de Jesús, de aprender a vivir de acuerdo con el Evangelio. Lo mejor de esta historia es que Jesús no les deja solos en ese proceso. Está con ellos, los acompaña, los ayuda, los orienta. Es paciente con sus errores. Cuando caen, los levanta y los anima para que sigan caminando con él. La transfiguración no es más que una etapa en el camino de seguir a Jesús. Suben al monte y luego bajan. Sigue el camino, a veces difícil, pero los apóstoles saben ahora que tienen a Jesús con ellos. Que no les va a dejar de su mano.

      Nosotros estamos en una situación parecida. De nuestros padres, de nuestros mayores, hemos recibido una herencia cristiana, una herencia de fe. Fue el mejor tesoro que nos pudieron dar. Nos lo dieron con amor. Ahora es nuestra responsabilidad que esa fe esté viva, que ser cristianos sea algo más que un mero nombre. No siempre es fácil vivir como cristiano. En el trabajo, en casa, con los amigos, con los hijos. A veces surgen problemas. Hay momentos difíciles. Pero sabemos que Jesús siempre está con nosotros. Podemos confiar en él porque nunca nos abandona. En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos pide que revitalicemos nuestra fe. Para que nuestra herencia cristiana no sea como ese tesoro que se entierra y no sirve para nada. Para que sea como el campo que trabajado, abonado y regado da muchos frutos de vida para nosotros y para nuestras familias.

Para la reflexión

      Ser cristiano, vivir y actuar como tal, ¿es algo que sólo es de los domingos por la mañana, cuando voy a misa? ¿Que significa para mí ser cristiano en el trabajo? ¿Y con mi familia, con mis hijos? ¿Qué tendría que cambiar en mi vida para que ser cristiano algo más que de nombre?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario