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R/. "Que sea, Señor, mi oración como el incienso"
A ti clamo, Señor, acude pronto; cuando te invoco, escucha mi plegaria. Que sea mi oración como el incienso; como ofrenda, mis manos levantadas. R/.
Pon, Señor, en mi boca un centinela, un vigía, a la puerta de mis labios. En ti, Señor, están puestos mis ojos, no me niegues tu amparo. R/.
EVANGELIO DEL DIA
El que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Del santo Evangelio según san Marcos: 10, 13-16
En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Hoy en día, los niños con mayor premura quieren ser "adultos".
Cada día es más frecuente ver a "niños", cada vez más pequeños, paseando solos en las plazas comerciales, buscando vestirse con la moda del mundo, y buscando hacer todas las cosas que hacen los adultos. No se dan cuenta de que se están perdiendo la mejor edad de la vida.
Lamentablemente vemos cómo los padres de familia son muchas veces los causantes de esto por el terrible olvido que tienen para con sus hijos. Y por si fuera poco, el pervertido mundo que les toca vivir, de una manera despiadada les arranca la inocencia en edades cada vez más tiernas. El Internet, los vídeo juegos y toda la tecnología que se vuelca sobre ellos para hacerlos crecer antes de tiempo.
Jesús, en el evangelio de hoy, se molesta porque no dejan que los niños se acerquen a él y nos advierte: "Quien no se hace pequeño como un niño no verá el Reino de los cielos". Ayudemos a nuestros pequeños viviendo también nosotros la infancia espiritual, anhelando los brazos amorosos de nuestro Dios. Siendo para ellos un ejemplo vivo de sencillez y alegría.
No los expongamos anticipadamente a situaciones que los confundirán y no les permitirán vivir en plenitud su niñez; dejemos que sean "verdaderamente niños" y que disfruten de los brazos amorosos de su Padre del cielo.
Protejamos la inocencia de nuestros niños y nosotros mismos hagamos un serio esfuerzo de regresar a la transparencia que le es propia a esta edad de la vida.
Shalom
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