“Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”
PRIMERA LECTURA
El salario que han defraudado está clamando contra ustedes.
De la Carta de Santiago 5, 1-6
Lloren y laméntense,
ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan. Sus riquezas se han
corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su
plata, y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el
fuego. Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.
El salario que ustedes han
defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra
ustedes; los gritos de ellos han llegado hasta el oído del Señor de los
ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer,
engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes
y los han matado, porque no podían defenderse.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 48
R/. “Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”
• Como bestias sumisas,
pastoreadas / por la muerte en el reino de los muertos, / así terminarán los
que confían / en sí mismos y viven satisfechos. R/.
• Se desvanece al punto su figura / y morarán por siempre en el abismo. / En
cambio, Dios salvará la vida, / me llevará consigo. R/.
• No te inquietes cuando alguien se enriquece / y aumentan las riquezas su
poder. / Nada podrá llevarse, cuando muera, / ni podrá su poder bajar con él. R/.
• Aunque feliz se sienta mientras viva / y por pasarla bien todos lo alaben, /
ahí donde jamás verá la luz / descenderá a reunirse con sus padres. R/.
EVANGELIO DEL
DIA
Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al lugar de castigo.
Del Evangelio según san Marcos 9, 41-50
En aquel tiempo, Jesús dijo
a sus discípulos: “Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho
de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado
para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al
cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de
pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con
tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es
ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna,
que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es
ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de
Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no
muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados con
fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a
dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros”.
Palabra del Señor
Reflexión
Que nuestra vida sea como la sal
La fuerte crítica de Santiago contra los
satisfechos del mundo, contra aquellos que han logrado alcanzar una posición
económica y social importante, pero que, en su egoísmo, han tapado los ojos y los
oídos al lamento de los oprimidos, es una invitación directa a los auténticos
cristianos a que, iluminados con las palabras de Jesús, dediquen su vida y su
tiempo a servir y consolar a los que tanto lo necesitan. Cada vez que
levantamos la mano para señalar, para juzgar a los inocentes, para retener el
salario, el sustento de los pobres; cada vez que usamos los pies para amenazar
a los débiles, para golpear a los pequeños, para pisotear la honra y la
dignidad de los indefensos; cada vez que ponemos a funcionar los sentidos para
maquinar el mal, para denigrar al prójimo, para engañar a los incautos, para
sacar provecho a costa del dolor y sacrificio de los demás… atentamos contra el
Dios de la vida, que espera que sus hijos sean justos y solidarios.
Es
en esos casos, señala Jesús, cuando somos ocasión de pecado para la “gente
sencilla”, porque sabido es que el ejemplo enseña mejor que las palabras; y un
mal ejemplo puede desviar a miles de personas. Y quien los comete, consciente
del daño que hace, será juzgado con mayor rigor por el Padre celestial. Que
nuestra conducta, nuestro ejemplo, sea como la sal que, usada en su justa
medida, da sabor a la vida, para que así seamos merecedores de la “vida eterna”.
¿Qué tan dispuesto estoy a la comunión fraterna
de bienes? ¿Soy generoso y solidario con mis semejantes más pobres y
necesitados?
Oración: Señor Jesús: tú quieres que seamos santos y misericordiosos como el Padre Dios; concédenos la gracia de evitar todo pecado, y optar siempre por el bien. Amén.
Shalom!
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