Viernes 28 de diciembre de 2018
SANTOS INOCENTES
“LOS INOCENTES TAMBIÉN TIENEN VOZ”
1 JUAN 1,5-2,2
“La sangre de Jesús nos limpia los pecados”
Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 123
R/”Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador”
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R.
La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
“A Ti, oh Dios, te alabamos,
a Ti, Señor, te reconocemos.
A Ti te ensalza el blanco
ejercito de los mártires”
MATEO 2,13-18
“Herodes mandó matar a todos los niños en Belén”
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto." Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven".
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Los inocentes también tienen voz
Desde antiguo, la Iglesia celebra la fiesta de aquellos niños que fueron ejecutados por orden de Herodes. “Santos inocentes” que no pudieron confesar a Cristo de palabra, pero sí lo hicieron con su martirio. Estos niños constituyen los primeros mártires del cristianismo, que sin saberlo se hicieron solidarios con el sacrificio de Cristo, constituido en “víctima de expiación por nuestros pecados... y por los del mundo entero”. Como dice san Gregorio de Nisa, con “ellos comienza el misterio de la pasión”.
Los llantos y lamentos, puestos en la voz de Raquel, es la profunda tristeza de las madres que con amargura, con impotencia han visto asesinar a sus hijos por causa de la ambición, del odio, del egoísmo, de la intolerancia… pero, al mismo tiempo, es un lamento por aquellos que, como Herodes, se niegan a aceptar la luz de la verdad, la luz del amor: que es Jesucristo. Hoy nuestra voz se une a la de tantas madres que han visto morir a sus hijos por causa de la violencia, la guerra, el secuestro; por los que mueren a causa de la pobreza, del hambre y la falta de atención adecuada; por los migrantes, por los millones de bebés asesinados en el vientre de sus madres... Con la Iglesia lloramos también por los que no aceptan el mensaje de salvación. Por todos ellos levantamos a Dios nuestras manos y nuestra oración de súplica y perdón.
Reflexión: ¿Qué estoy haciendo y qué más puedo hacer para que Cristo sea acogido, proclamado, creído y amado?
Oración: Señor Jesús, en los niños descubrimos el rostro de la inocencia y el amor de Dios para la humanidad; haz que nunca se apague de sus ojos la alegría de vivir. Amén.
“Llevemos en el corazón a niños y niñas que no pudieron confesar a Cristo de Palabra, pero sí lo hicieron con su martirio”
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