PRIMERA LECTURA
Yo soy la madre del amor. Vengan a mí, los que me aman.
Del libro de Sirácida 24, 23-31
Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud.
Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales.
Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 66
R/. "Que te alaben, Señor, todos los pueblos"
• Ten piedad de nosotros y bendícenos; / vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. / Que conozca la tierra tu bondad / y los pueblos tu obra salvadora. R/.
• Las naciones con júbilo te canten, / porque juzgas al mundo con justicia; / con equidad tú juzgas a los pueblos / y riges en la tierra a las naciones. R/.
• Que te alaben, Señor, todos los pueblos, / que los pueblos te aclamen todos juntos. / Que nos bendiga Dios / y que le rinda honor el mundo entero. R/.
EVANGELIO DEL DÍA
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Del Evangelio según san Lucas 1, 39-48
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.
Palabra del Señor.
Reflexión
La alegría del encuentro con Dios
Apropiémonos, en esta fiesta, las bellas palabras de Ben Sirá para describir la personalidad de la Virgen de Guadalupe: “Madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza”. Ella, en quien “está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud”, nos enseña la ruta que debemos seguir para llegar a la santidad y nos acompaña, con amor maternal, en nuestro proceso de convertirnos en hijos de Dios por la obediencia a la voz del Espíritu.
Tres son las características especiales que el evangelio de hoy presenta de María y que debemos imitar si queremos llegar a gozar de la gracia de Dios: servidora, porque cumple el mandato de Jesús a sus discípulos de amarse los unos a los otros: mediadora de la gracia, porque su presencia suscita en Isabel lo mejor que lleva dentro, el don del Espíritu; Madre del Señor, al hacerse disponible para que esta gracia que le estaba reservada se realizara plenamente en su vida, por la humildad y la obediencia. Además, María, como misionera presente en el inicio de la evangelización de nuestro continente, nos enseña la forma de ser discípulos: seremos verdaderos seguidores de Cristo si nos convertimos en servidores de los hermanos, suscitamos en los demás el don de la solidaridad y vivimos una estrecha relación con el Señor, escuchando y poniendo por obra su Palabra.
“La Virgen María nos enseña el significado de vivir en el Espíritu Santo y qué significa acoger la novedad de Dios en nuestra vida” (Papa Francisco).
Oración: Mi alma te glorifica, Señor, y mi espíritu se llena de júbilo en ti mi Salvador, porque te has fijado en la humildad de tu siervo, a quien llamas a participar de tu gloria. Amén.
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