miércoles, 6 de junio de 2018

Evangelio del Dia


EVANGELIO DEL DIA

PRIMERA LECTURA

Reaviva el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos.

De la Segunda carta de san Pablo a Timoteo 1, 1-3.6-12

Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, conforme a la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Cuando de noche y de día te recuerdo en mis oraciones, le doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura, como lo aprendí de mis antepasados.

Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences,  pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Él nos ha salvado y nos ha llamado a llevar una vida santa, no por nuestros méritos, sino por su propia determinación y por la gracia que nos ha sido dada, en Cristo Jesús, desde toda la eternidad. Esta gracia es la que se ha manifestado ahora con el advenimiento de nuestro salvador, Jesucristo, quien ha destruido la muerte e irradiado la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio, del que he sido nombrado predicador, apóstol y maestro. Por este motivo soporto esta prisión, pero no me da vergüenza, porque sé en quién he puesto mi confianza, y estoy seguro de que Él con su poder cuidará, hasta el último día, lo que me ha encomendado.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 
Del salmo 122

R/. "A Ti Senor, levanto mis ojos"

• En ti, Señor, que habitas en lo alto, / fijos los ojos tengo, / como fijan sus ojos en las manos / de su Señor, los siervos. R/.

• Así como la esclava en su señora / tiene fijos los ojos, / fijos están en el Señor los nuestros / hasta que Dios se apiade de nosotros. R/.

EVANGELIO DEL DIA

Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

Del Evangelio según san Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete”.

Jesús les contestó: “Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados”.

Palabra del Señor.

Reflexión

Serán como ángeles

La recomendación de Pablo a Timoteo de continuar dando testimonio de Cristo con ánimo y entusiasmo es un mensaje apropiado para muchos creyentes que en la actualidad, a causa de tantas situaciones vergonzosas en la Iglesia, se sienten profundamente decepcionados. La solución no es huir buscando “mejores condiciones para expresar la fe”, sino más bien trabajar con mayor ahínco y dedicación a demostrar que todavía tiene valor y sentido las promesas divinas, como la esperanza de la resurrección y la vida eterna, porque “Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de ponderación”.

La promesa de la resurrección no es la recompensa por haber sido “buenos” en esta vida, menos aún el efecto de un derecho adquirido por la condición de bautizados. No. La resurrección es la inevitable consecuencia de la “medida” ilimitada del amor divino, que es más “fuerte” que la muerte. “Dios no es un Dios de muertos”, porque la vida se extiende más allá de los límites científicamente objetivos de la materia, hasta el punto que, en su momento, todo se transformará para siempre en lo que el Padre bueno quiso desde el principio: “Serán como los ángeles del cielo”. Como decimos en la Conmemoración de los fieles difuntos: “La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma”.

 ¿Qué significado práctico tiene para mi vida la “esperanza cristiana”?

Oración: Padre santo, me has creado con una naturaleza que busca trascender, porque me has dado la dignidad de ser tu hijo, heredero de la vida eterna. Amén.

Para leer el evangelio del dia visita: https://jc2v.blogspot.com

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