REFLEXIÓN
El “camino” para seguir a Jesús es estrecho, pero vale la pena. En un mundo como el de hoy, donde la corriente arrastra con gran fuerza en dirección opuesta, empeñarse por recorrer este camino parece cosa de locos. Con frecuencia elegimos el camino del mundo: el que promete el gozo de placeres, el triunfo humano, el poseer y el aparecer. Pese a ello, Jesús no deja de asistirnos en la elección más difícil, no nos abandona jamás. Sufrir en silencio la injusticia, saber perdonar y no juzgar nunca, pagar bien con mal, vivir con generosidad, colaborando con los necesitados... todo esto es seguir el camino estrecho. Y lo podremos realizar si tenemos a Jesús en el corazón. Él es el camino, puerta estrecha siempre abierta, posible de seguir, pues sabemos que encontrándole a Él lo tenemos todo.
Jesús nos dice: “Traten a los demás como quieren que los demás los traten”. ¿Cómo estamos viviendo este mandato?
ORACIÓN: Señor Jesús, perdona nuestras faltas de caridad para con el hermano, y danos espíritu de libertad para ser verdaderos testigos de tu amor.
Amén
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